Santo Domingo, RD- Con tres funciones respaldadas por el público que gusta de la danza clásica, la maestra Alina Abreu presentó el espectáculo «Sueño de una noche de verano», de William Shakespeare, en la sala Carlos Piantini del Teatro Nacional Eduardo Brito, con la que finaliza un año de excelentes producciones artísticas.
Este ballet está calificado como una fiesta para los sentidos, en donde el poderío desplegado en escena es impresionante y abre paso a un universo en que los bailarines describen una gama de sentimientos a través de la narrativa física y la intensidad que conceptualiza una sensación tan compleja como el amor.
La historia llevada, presentada con más de 100 artistas en escena, transportó al público a un bosque encantado de a la antigua Grecia, magistralmente concebido por el escenógrafo Fidel López, en donde las polillas, mariposas, mariquitas, crisolinas, hormigas, escarabajos y avispas parecen vivir una fiesta eterna, que acompañado por un coro lírico, a cargo de la soprano y solista Paola González, embelleció de manera celestial algunas escenas.
Con la música de Félix Mendelssohn, la dirección musical de Junior Basurto Lomba, rigiendo una orquesta en vivo, compuesta por 45 músicos sinfónicos, aquí se da una relación muy íntima entre el coreógrafo y los sonidos.
Alina Abreu, en su trabajo de coreografía, comprendió la necesidad de seguir una partitura, de escuchar la música y exponerla de forma física, en una versión inspirada en el ballet «The Dream», de Frederik Ashton.
El tiempo pasa sin premura, en una puesta de 1:40 minutos en que los integrantes del elenco despliegan potencia y sensualidad, así como ternura y complicidad. Bailarines que exponen la fuerza expresiva del cuerpo y el rostro se apodera de la danza que habla sin palabras, que grita con la mirada, que diseña con los brazos y las piernas, envueltos en puntas de ballet. Otro poderío de esta obra reside en el dramatismo intenso depositado en cada escena, un trabajo impresionante a cargo de la joven actriz, Paula Ferry.
«Sueño de una noche de verano» es una oda al amor, y también es la posibilidad que devela cómo el registro de estos bailarines retrata el poder del drama íntimamente entrelazado con la danza, la sutileza que envuelve de certeza la ilusión y la habilidad, celebrado de forma gloriosa, devolviéndole la luz a ese bosque que habita en la cotidianeidad de cada nuevo día.
Este viaje es un recorrido por las emociones que atraviesan los enamorados, que van desde el amor, la desilusión, el resentimiento, hasta llegar a reparar la fraternidad y, por supuesto, el amor.
«Sueño de una noche de verano» penetra en el mundo del amor a través de la danza, llevada con destreza por los protagonistas de esta historia «Oberón» (Solieh Samudio) y «Titania» (Demi Issa), una pareja de imponente presencia escénica, por la altura del bailarín y la estética de la bailarina, cuya precisión técnica se potencia en sus perfectos arabesques y elevación de piernas. Totalmente empoderada en el escenario, destilando femineidad, fuerza y emotividad.
También están los demás protagonistas, encarnados por «Hermia» (Grace Batista) y «Lisandro» (Ednis Mallol); «Helena» (Carmen Arredondo) y «Demetrio» (Pedro Pablo Martínez), quienes hacen de los enamorados que entre vueltas, saltos y movimientos retan al cuerpo, interactúan entre ser mortales y unirse a seres encantados del bosque.
Sus historias se entrelazan en una serie de aventuras y cómicas anécdotas, en la que «Bottom» (JJ Sánchez), un hombre con cabeza de asno, se convierte en un personaje potencialmente divertido, todo esto, gracias a las ocurrencias de «Puck» (Eliosmayquer Orozco), el duende culpable de tanta locura desatada en el mundo de la ficción.
Destacables y aplaudibles son la exposición en el escenario de las bailarinas, interpretando a las libélulas Camila Hernández García y María de los Ángeles Muñoz y las hadas solistas Camila Issa Svelti, Mariam Rojas Carip, Melissa Gómez y Meryl Daniela Rodríguez.
«Sueño de una noche de verano» es una producción que Abreu dedica a su madre, Magaly Rodríguez, encargada del vestuario, a la que define como su guía e inspiración, y quien la inició en el maravilloso mundo del ballet. «Como diseñadora de todo el vestuario y la utilería de esta producción, su talento y dedicación ha dado vida a los personajes y al universo fantástico», escribió Abreu en el programa de mano.
El documento revela que el montaje representó para Alina un viaje lleno de inspiración y desafíos creativos. Desde el diseño escenográfico que fue cuidadosamente concebido para transportarlos al bosque encantado, hasta la coreografía que expresa las emociones más profundas de nuestros personajes.
«Mi objetivo ha sido capturar no sólo la esencia del texto original de Shakespeare, sino también, explorar cómo el movimiento comunica lo que las palabras no pueden. Desde la dulce ingenuidad de los amantes, hasta la mágica interferencia de los seres sobrenaturales, cada bailarín se convierte en un narrador visual, guiándolos por un viaje de emociones que van desde la comedia, hasta el drama».
HISTORIA
El ballet se inspira en la obra teatral escrita por William Shakespeare en 1595, donde se entrelazan tres tramas principales: la disputa entre el rey y la reina de las hadas, Oberón y Titania; las complicaciones amorosas de dos parejas humanas; y la diversión proporcionada por un grupo de actores amateur, de la corte de Teseo e Hipólita. El corazón de la historia reside en el encantamiento y el caos que produce el uso de una flor mágica, que hace que los personajes se enamoren de la primera persona que vean al despertar.